Vivir en el corto plazo
Puede resultar incluso vulgar el decir que vivimos en un entorno cambiante. Pero ese ritmo vertiginoso en todos los ámbitos obliga a una reinvención de los procesos de la empresa. El proceso estratégico no es ajeno a esta necesidad de cambio y también ha experimentado en los últimos años una adaptación en la que se prima mucho más la implantación que la propia formulación estratégica. Los tiempos en los que la estrategia se realizaba a largo plazo se han ido para siempre.
Si en el pasado las empresas agiles se comían a las lentas, ahora las empresas que escuchan al entorno se comen a las sordas. Quien tenga mayor capacidad de entender qué es lo que está ocurriendo en el mercado y adaptarse logrará una ventaja en tiempos que puede resultar crucial con ventanas de oportunidad de entrada al mercado cada vez más cortas. Así que ahora solemos vivir definiendo el corto plazo.
El proceso de implantación estratégica es costoso. No solamente por las propias dificultades que suele generar la resistencia al cambio en las organizaciones sino también o por la propia dificultad de contextualizar y priorizar las acciones a realizar en la empresa. Cada vez, resulta más habitual el realizar planes estratégicos con una vigencia inferior a dos o tres años, buscando iteraciones de la metodología lean para cambiar de manera rápida y pivotar en base a las propias necesidades del contexto y el aprendizaje de la implantación.
Existen unas organizaciones más hábiles para realizar este doble proceso de definición e implantación estratégica simultaneo. Son las organizaciones ambidiestras. Estas empresas tienen la capacidad de explotar el presente al tiempo que pueden explorar el futuro. Es un proceso en el que vamos realizando de manera dinámica una formulación estratégica y vamos aplicando y explotando en el corto plazo aquellas oportunidades que pueden tener mayor retorno.
Si esta adaptación ocurre durante el proceso de implantación la ventaja competitiva será doble. Sacaremos conclusiones sobre hechos, no sobre hipótesis. Las estrategias no debemos prejuzgarlas por sus méritos teóricos sino por su capacidad real en el momento de la implantación.
Ese cambio afecta no solamente a los sistemas de toma de decisión y de coordinación sino también a los sistemas de información que utilizamos para monitorizar la estrategia y sobre todo las propias capacidades de los equipos. La fortuna es que ese mismo contexto agreste aporta una nueva oportunidad: la creación de tu ecosistema organizativo. Un ecosistema de en el que podemos contar con profesionales internos y externos que permitan mejorar tu competitividad. Ya no es necesario tener la propiedad de los recursos sino tener el mejor nivel de conexión con el entorno. Las empresas que sean capaces de interconectar mejor con el entorno y contar con los profesionales adecuados para sus decisiones contarán con esa ventaja competitiva cada vez mas costosa de conseguir.
Ezequiel Sanchez
Socio Director - Binomio Ventures. Docente de Dirección Estratégica en el MBA Executive de Escuela de Negocios FEDA.
www.Binomioventures.com