2017: ¿EL PRINCIPIO DEL FIN DE LA GLOBALIZACIÓN?
Desde siempre a la hora de impartir formación orientada a la Internacionalización uno de los temas que menos interés suele suscitar es la imprescindible gestión aduanera. Yo mismo a la hora de plantear cursos o seminarios suelo ponderar a la baja su peso dentro de los contenidos por básicamente dos razones.
- Es un tema extremadamente complejo en el que muchas veces se debe funcionar caso por caso: producto a producto y mercado a mercado.
- Existen excepcionales profesionales y empresas en el ámbito de la logística que nos van a hacer el mundo más fácil y que se van a encargar de asesorarnos y de formalizar las operaciones
Sin embargo, algo cambió en 2016 y mucho nos tememos que va a cobrar mucha relevancia en 2017. ¿Por qué conceptos tan poco sexys como aranceles y aduanas han vuelto a la palestra?
Existen varias razones:
- Brexit: La más que probable salida de Gran Bretaña de la Unión Europea ha supuesto un terremoto político y económico del cual nuestras empresas no pueden mantenerse al margen. Y no es para menos: Reino Unido es el cuarto destino de nuestras exportaciones. Un 7,89% de todas nuestras ventas al exterior se dirigen a este mercado que quizá, y sólo quizá, en cuestión de meses podría estar fuera de la UE y del paraguas aduanero que ofrece.
- Trump: La victoria de Trump con un estridente mensaje de nacionalismo económico ha hecho que el mercado más grande del mundo y el mayor defensor de la liberalización comercial cambie el paso. Hacía años (quizá desde los 80s cuando EE.UU. vivió de manera traumática la irrupción de la industria asiática en sectores tradicionalmente tan patrióticos como el automovilístico) que en el discurso de los políticos no se ponía abiertamente en solfa los tratados comerciales y se amenazaban con sanciones comerciales a empresas deslocalizadas o países competidores. Ahora esas proclamas ocupan las planas de la prensa tanto especializada como generalista.
- TTIP: Estas exóticas siglas han sido el blanco de furibundas críticas por sectores de Izquierda que en los acuerdos comerciales implícitos del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones ven una profundización inadmisible de la globalización con consecuencias desastrosas para las poblaciones a ambos lados del océano.
Estos factores han hecho que tenga que alterar el contenido de muchos de los cursos y formaciones que imparto. Y es lógico que así sea. Como podemos ver en los tres puntos que hemos destacado, la tendencia de las economías mundiales hacia una mayor integración puede que haya alcanzado un máximo y que quizá pasemos a un nuevo escenario donde nuevos fenómenos políticos y socioeconómicos pueden emerger.
La globalización es un fenómeno complejo que tiene su origen en los años 70s cuando las fronteras nacionales empiezan a difuminarse para conformar un sistema económico global liberalizado. Debatir aquí sus ventajas y desventajas escapan al alcance de este artículo, pero lo cierto es que en lo que respecta a las posibilidades de internacionalización, ésta ha supuesto unas enormes oportunidades para nuestras empresas que han podido acceder a numerosos mercados de manera gradual, aunque también ha permitido que competidores de terceros países, irrumpan en nuestros mercados naturales obligándonos a ser cada vez más competitivos. (Y muchas veces sabemos lo que se esconde detrás del eufemismo de ser más “competitivos”.)
Pero no hay que ser tan ilusos. La globalización como tal nunca ha supuesto una liberalización real de la economía que, a día de hoy, sigue planteando barreras de toda índole: aduanera, arancelaria o administrativa. Traten de vender cualquiera de sus productos en China de manera libre, exportar productos elaborados alimentarios a Estados Unidos o importar fruta y verdura a la Unión Europea. Hoy mismo ustedes pueden comprobar que podemos toparnos con barreras comerciales difíciles de sortear, por mucho que pensemos que vivimos en una economía globalizada.
Realmente los bloques comerciales siempre han existido y lo seguirán haciendo. Uno de los mayores éxitos de nuestro entorno económico ha sido la consolidación de la Unión Europea, un logro de todos y una verdadera oportunidad para construir prosperidad. Que nuestra unión aduanera y comercial siga siendo funcional debe ser una de las prioridades de nuestros gobiernos. La UE puede que no funcione de manera óptima pero no somos conscientes de las ventajas que le proporciona a nuestra economía y a nuestras empresas. Es algo que muchas de los movimientos políticos más populistas tratarán de menospreciar y que sólo visualizaríamos si los perdiéramos. Y para entonces ya sería demasiado tarde.
Sin embargo, es cierto que esa tendencia de apertura comercial que hemos vivido y que ha alcanzado altas cotas de intercambio entre las distintas potencias económicas quizá ha llegado a un alto, y nos encontramos en el umbral de un periodo de mayor regionalización, más nacionalismo económico y más obstáculos al intercambio comercial. Nada que nuestros profesionales y empresas no podrán afrontar, pero que nos obliga a actualizarnos ante los retos e incertidumbres venideras.
Y yo como formador, el primero.
Pablo Vergel Fernández
Formador de Internacionalización en el MBA Executive
Linkedin: Pablo Vergel Fernández