El pensamiento estratégico: Clave del éxito en los negocios

En una época en la que la velocidad, la impaciencia y los resultados inmediatos dominan nuestra vida y el panorama empresarial, quiero resaltar la importancia del “parar y pensar”.  El pensamiento estratégico es fundamental para el buen resultado en los negocios. Todos conocemos casos de éxito en los que algún visionario ha sabido aprovechar rápidamente una oportunidad de mercado y ha construido, con mas agallas que reflexión, un negocio exitoso.

Eso es cierto y estos triunfadores llenan páginas de prensa, libros y charlas en escuelas de negocios.  Pero que haya algún mirlo blanco no hace que todos lo sean. La realidad es tozuda al demostrárnoslo una y otra vez: más del 90% de los nuevos proyectos caerán en sus primeros dos años de vida. Además, cada iniciativa va a llevar consigo el consumo de unos recursos económicos, personales y de algo mucho mas valioso que lo anterior: tiempo. Y nada de esto nos sobra. 

El mundo ha cambiado radicalmente en los últimos años. Sí, el mundo empresarial también.  Sólo con alzar la vista de nuestros pies, podemos confirmar que lo ha hecho a todos los niveles, desde las multinacionales a los autónomos. La vorágine del mundo empresarial actual lleva a un ritmo frenético, en el que las decisiones tácticas u operativas ocupan la práctica totalidad de la jornada laboral. Ruido, mucho ruido que en ocasiones no permite escuchar la melodía de fondo.

Actividad, mucha actividad. Pero cuidado, puede que estemos dando pasos perfectos, impolutos, brillantes… pero en la dirección equivocada.

La volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad son aspectos a los que hay que dejar de temer u oponerse. No se van a ir. No hay que enfrentarse a ellos. Hay que aprender a gestionarlos e identificar las oportunidades que traen consigo.

Para asegurarnos los mejores resultados en este cambiante mundo, tenemos la estrategia empresarial. El pensamiento estratégico posibilita abrir un proceso de reflexión, análisis y evaluación de la compañía, su situación global y del entorno, para luego definir diversas opciones estratégicas posibles y, con la metodología adecuada, escoger alguna (o varias) de ellas. Este será el momento de definir muy concretamente las acciones a tomar para alcanzar los resultados deseados y crear los indicadores que nos informen sobre el buen rumbo de nuestras acciones.  Lo anterior puede parecer complejo, inabarcable a veces, pero con las herramientas adecuadas y las herramientas oportunas se puede conseguir.

Los más críticos con el pensamiento, los amantes de la acción, los grandes visionarios pensarán que es tiempo perdido. Que “el papel lo aguanta todo” y que no hay nada como seguir los instintos individuales para alcanzar el éxito, que lo que antes funcionó va a hacerlo de nuevo. La respuesta a esta opinión es simple: la duración del proceso estratégico no es infinita y, además, la finalidad de la estrategia no es la mera formalización de la misma, sino la acción. La consecución de resultados a través del movimiento, de las decisiones, ahora sí, tácticas. Pero táctica guiada por la estrategia, no por pálpitos ni emociones.

No infravaloremos el poder de la reflexión y el pensamiento estratégico. Dediquemos un tiempo a pensar en nuestro negocio. Sólo así podremos ser dueños de nuestro destino. Mejor llevar el timón que dejarse arrastrar por la corriente.

Francisco Mira Berenguer
Director Unidad de Neurología, Neuroklinik Vithas Alicante
Profesor del MBA EXECUTIVE de Escuela de Negocios FEDA

Linkedin: Francisco Mira