Preguntas que te deberías hacer y que, seguro, otros te harán

Los estudios, estadísticas y análisis realizados, indican que el porcentaje de fracaso de los proyectos, es muy elevado dando unas tasas y periodos de supervivencia desalentadores.  El fracaso o éxito depende de multitud de factores, y hay multitud de los mismos en los cuales el emprendedor / promotor del proyecto no puede influir, (evolución del mercado, tendencias, variables “macro”,… etc.) sin embargo, una cosa es no poder influir en ellas y otra no tenerlas en cuenta.

No obstante lo anterior, la incertidumbre es una “molesta mochila” que el emprendedor va a tener durante toda su andadura. Es por ello, que el emprendedor ha de prepararse para mitigar y reducir el peso de la misma. El cómo hacerlo es respondiendo a esas incómodas preguntas que debería hacerse, pues seguro que otros se las harán.

Vamos a ello.

Una de las principales razones del fracaso es un deficiente o incompleto estudio previo sobre la viabilidad del proyecto.

El emprendedor ha llegado a un punto de partida en el que ha encontrado la idea, ha descubierto la oportunidad… a lo mejor en un garaje, puede que después de una experiencia profesional / laboral, incluso por una experiencia vital. En este punto, decide trabajar sobre la misma, a veces con más ilusión que meticulosidad. Decide “lanzarse a la piscina”, invertir sus ahorros, involucrar a terceros o buscar financiación.  Ha llegado el momento de las preguntas y sus respuestas.

Las obvias ¿QUÉ se va a hacer?, ¿CÓMO?, ¿CUANDO?... y las más difíciles de contestar… ¿Es viable el proyecto?, ¿SEGURO?, ¿POR QUE? Conforme se haya trabajado previamente, conforme se haya sido meticuloso, se podrá tratar de contestar a las mismas.

Hay cuestiones del proyecto que son, por decirlo de una manera sencilla, “cuestión de fe” y que han de haber sido trabajadas en los análisis previos (análisis de mercado) y plasmados en los distintos planes estancos de acción (marketing, ventas, producción, recursos humanos, management…) y la interrelación de los mismos. Después de este trabajo previo, muy necesario en los planteamientos iniciales de un proyecto, el emprendedor / promotor ya puede presentar el proyecto… ¿Seguro? no, evidentemente la respuesta es no. En este punto, el emprendedor / promotor sólo puede hacer una defensa parcial del proyecto (lo cual no es consistente) pues cree en su producto / servicio, cree en su equipo (o en sí mismo si empieza solo), cree en la idoneidad del momento, cree que puede hacerlo, cree que lo va a hacer y, por supuesto, cree que va a tener éxito. Cree, cree, cree. Lo dicho: “cuestión de fe”. Hay que ir más allá.

Hay cuestiones del proyecto que se pueden, y deben, tener en cuenta para poder responder las preguntas más importantes, las más difíciles de contestar y que, por supuesto, no se pueden responder con un monosílabo. ¿Es viable?: SI, ¿Seguro?: SI. La dificultad en responder a estas preguntas radica en que NUNCA se tendrá la respuesta con total seguridad, es IMPOSIBLE.

Por último, habiendo respondido a las respuestas anteriores, queda la última pregunta: ¿POR QUÉ?, en sus distintas versiones ¿por qué es viable el proyecto?, ¿por qué debería invertir en el proyecto? …  La respuesta, nunca sencilla ni infalible, debe ser razonada y basada en un análisis lo más exhaustivo posible y de la plasmación del mismo en un Plan de Viabilidad Económico Financiero que englobe y monetice todos los planes estancos mencionados anteriormente. (Marketing, ventas, producción, recursos humanos, management…).

Cuanto más exhaustivo sea el trabajo previo y más completa la herramienta utilizada para confeccionar el plan de viabilidad, más fácilmente se podrá reforzar la argumentación sobre la viabilidad del proyecto.

El Plan de Viabilidad Económico Financiero, deberá indicar, a partir de los datos o magnitudes obtenidas en el proceso de análisis y planificación previo, las necesidades del proyecto y por tanto sus costes (necesidades de infraestructura, necesidades de personal, necesidades de inversión…), también indicará los costes directamente derivados de la producción / prestación del servicio.

Con las necesidades detectadas, analizadas y plasmadas en el plan, y con las previsiones de venta, se podrá analizar y constatar las necesidades de caja / financiación necesaria (propia o de terceros) y por último confeccionar unas cuentas anuales (balance de situación y cuenta de explotación) de carácter previsional, las cuales se podrán extrapolar a varios ejercicios. Para poder extrapolar con cierto criterio, se debe poder trabajar con “expectativas” de variación (porcentual y/o nominal) de las distintas variables (evolución esperada de los precios / costes, volúmenes…) y con posibles efectos de otras variables como tipo de interés, tipos impositivos y efectos como las economías de escala.

Por último, habiendo realizado un plan de viabilidad económico financiero, lo más consistente posible, se estará en disposición de valorar y razonar escenarios posibles.

Es posible, y se debe, realizar el esfuerzo de confeccionar un Plan de viabilidad económico financiero consistente que facilite, argumente las respuestas.

Aquí, cabe realizar un comentario que no por obvio deba omitirse, “el papel lo soporta todo, Excel todavía más”. Hay que poder razonar y explicar todas y cada una de las variables contempladas y cómo se llega a ellas. Por ejemplo, de nada sirve dar el dato de facturación previsional, si no se puede explicar el origen del dato (precio, cantidad…), si no se puede explicar que existe / existirá la capacidad productiva para generar dicha facturación y cuando se podrá llevar a cabo.

Esforzarse en realizar un pan de viabilidad lo más exhaustivo y coherente posible, lo cual le otorgará una mayor o menor consistencia, será un ejercicio muy eficaz que permitirá al emprendedor / promotor del proyecto responder con mayor seguridad y menor incertidumbre, primero a sí mismo y luego a un tercero, las preguntas de QUÉ, CÓMO, POR QUÉ, CUANDO y CÓMO, preguntas que todo emprendedor se debe hacer, pues seguro que otros se las harán.

Cómo reza la cita: Toda realidad que se ignora, prepara su venganza “. (Ortega y Gasset).

Trabajar con criterio, método y exhaustividad son la clave, no ya para asegurarse el éxito, lo cual, por otra parte, es imposible, sino la clave para despejar incógnitas y minimizar la incertidumbre, para finalmente reducir las probabilidades de fracaso y de engrosar, como un caso más, las fatídicas estadísticas de fracaso y supervivencia.

Fernando Caballero
Asesor / Consultor Financiero
Profesor del MBA Executive de Escuela de Negocios FEDA