El deber de cambiar cuando te ascienden
Este artículo está dedicado a aquellos que eran felices realizando un trabajo que dominaban y que, de repente, se encontraron con que tenían que contratar a otros para que lo hicieran por ellos.
De estar cómodamente especializados pasaron, debido a las circunstancias o la ambición, a ser directores de personas.
Puede que disfrutaran aplicando sus destrezas manuales o intelectuales en una tarea concreta, pero ahora tienen que dirigir a otros para que las hagan ellos. Ahora tienen que aprender a delegar y confiar en otros porque su nueva responsabilidad tiene que ver con dirigir un equipo, un departamento o una organización hacia objetivos de naturaleza bien distinta.
Puede que fueran técnicos especialistas en temas comerciales, pero ahora se les pide que controlen a un equipo de comerciales.
Puede que fueran expertos artesanos o creativos diseñadores y que se les reconociera por su ingenio o su capacidad de innovación, pero ahora todos, ya sean comerciales, artesanos o diseñadores, compartirán problemas similares, problemas propios de cualquier ser humano sometido a presión.
La dirección de personas es la dirección de recursos, incluidas las personas, hacia un objetivo aceptado.
Mientras antes empleaba sus habilidades y capacidades en trabajar con recursos, ahora debe incluir también a las personas, sus relaciones y contextos, para lograr con buen ánimo y “sin bajas”, sus objetivos como directivo.
Esta nueva ordenación de palabras en la definición de su trabajo es la responsable del nuevo desafío que se le presenta y que afectará a todos los aspectos de su personalidad.
Sí, a todos, y más le vale, porque no podrá continuar haciendo lo mismo si quiere conseguir resultados. Tendrá que desarrollar y perfeccionar facetas menos técnicas, pero más psicológicas que pondrán en juego su congruencia con los valores de la organización.
Cuando era simplemente un buen comercial, un artesano detallista o un admirado innovador, las recompensas las obtenía en base a su experiencia profesional adquirida con mucho esfuerzo y dedicación.
Ahora como directivo, serán otros quienes reciban ese tipo de recompensas (o así debería ser) y puede que se tarde mucho en reconocer el valor que aporta su gestión.
Las nuevas compensaciones emocionales que podrá recibir como director vendrán de sus propios compañeros jerárquicos o de la dirección general, pero al trabajar como director puede verse abocado al aislamiento por parte de aquellos que antes eran sus compañeros.
Lo que antes era previsible ahora se vuelve incierto. El nuevo trabajo como director le aleja de su antigua lógica y se encuentra en una especie de juego de ajedrez con reglas variables, piezas intercambiables y vuelcos ocasionales del tablero que ha de recolocar.
El nuevo director probablemente tendrá que tomar decisiones difíciles ante conflictos de intereses dentro de su equipo y poner en marcha planes por los que siente una simpatía limitada pero que son necesarios para la supervivencia de la organización.
El arte de la dirección tiene que ver con este complejo proceso del trabajo y no con la tarea misma. Los nuevos directores de personas tendrán que aprender cuestiones de presupuestos y sindicatos, mercados emergentes, planificación y estrategia, pero para alcanzar el éxito en su aprendizaje deberá basarse fundamentalmente en el estudio de sí mismos y de las personas que les rodean.
La materia que imparto: “Dirección de personas y equipos” está ideada para ayudarles en ese camino inevitable de desarrollo personal y profesional.
Vicente Climent Alberola
Psicoterapeuta
Profesor del MBA Executive de Escuela de Negocios FEDA
Twitter: @vicentecliment
Linkedin: Vicente Climent